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De la infancia de Alfonso de Borja ya no se conoce más. Un autor afirma
que fue educado por sus padres en los primeros años. Y eso no es
difícil. Los padres se entregan totalmente al cuidado de sus hijos
pequeños e intentan con la palabra y el ejemplo dar una buena educación
de acuerdo con sus creencias. Y eso es lo que hicieron Domingo y
Francina.
Del padre aprende la lucha por el bien, el amor al trabajo, al deber
bien hecho; el respeto a las personas y el aprecio al saber y a la
cultura.
De la madre el niño aprende a descubrir a Dios, a rezarle, a quererle.
La madre se preocupa de que al niño no le falte el cuidado, la
delicadeza, el candor.
Influye en el bien obrar y en la educación en el amor y las virtudes
cristianas.
Así pues, Alfonso de Borja, futuro Calixto III, inicia en casa los
primeros pasos hacia una formación seria, impresionante y de gran
porvenir.
Pero no está todo en el seno paterno.
Hay que ir a la Escuela. Y el pequeño Alfonso asiste a la Escuela de
Xàtiva.
Tengamos en cuenta que desde 1319 existían, por privilegio del rey Jaime
II, Escuelas de Gramática y de Lógica. La base, pues, de lo que
alcanzará Alfonso, la coloca en Xàtiva.
Miguel Navarro afirma que grande debía ser su inteligencia y aptitud
para el estudio, pues, cuando tenía catorce años, fue enviado por sus
padres a estudiar Derecho en el Estudi General de Lleida, donde obtuvo
el doctorado en derechos, canónico en 1411, y en ambos derechos en 1413.
Ello indica el tesón e interés que puso en el estudio; no fue a Lleida a
perder el tiempo.
Desde el primer día tomó muy en serio la tarea que sus padres le habían
encomendado: hacerse un hombre de provecho.
El tiempo de permanencia en Lleida supuso para Alfonso un trampolín en
su carrera. En 1408 el rey Martín I le nombra asesor del baile (alcalde)
de la ciudad. Era un cargo muy importante.
Ya se había ganado la fama de inteligente, trabajador y cumplidor, buen
jurista, por eso propusieron su nombre al rey.
También llega la fama al Papa Benedicto XIII quien le concede una
canonjía en la catedral de Lleida y que llevaba consigo la misión de
enseñar derecho canónico en el Estudi durante cinco años.
No mucho tiempo después fue nombrado oficial del obispo de Lleida.
Era la más alta autoridad judicial de la diócesis después del obispo.
Tenía entonces 33 años de edad.
Contemplemos los distintos cargos que ya había adquirido, todo por
méritos propios, por su inteligencia, trabajo y estudio. Y sobre todo
porque ven en el joven Borja un hombre completo, serio, trabajador y
bueno. Eso le lleva a ocupar cargos muy importantes en la flor de la
juventud.
A raíz de los trabajos y empresas llevadas a cabo con éxito por Alfonso
de Borja su renombre llegó también a la corte del joven rey Alfonso V,
que al morir su padre, don Fernando de Antequera, acababa de ocupar el
trono de la Corona de Aragón. En el año 1417 el monarca lo quiere a su
lado, lo llama y éste acepta.
Desde entonces su vida correrá pareja con la del Magnánimo.
El joven rey quería favorecer a Alfonso de Borja y de esa manera tenerle
a su lado, por eso hizo lo posible para que se le otorgara la rectoría
de Cocentaina y una canonjía en la catedral de Valencia, que estaba
vacante por la muerte de Jaime Gil, lo que no pudo conseguir. En vista
de eso escribió al Papa Martín V, con fecha 10 de julio de 1418,
suplicándole la concesión de la Rectoría de la Parroquia de San Nicolás
de Valencia y una canonjía en la misma ciudad.
Esta petición sí que fue acogida, en parte, por el Papa y desde Mantua,
el 1 de diciembre del mismo año nombra rector de san Nicolás de la
ciudad de Valencia a Borja; éste no era más que tonsurado por lo que no
podía ejercer como sacerdote, por eso delega poderes a su amigo
Francisco Martorell, canónigo de Valencia para que tome posesión en su
nombre. Por otra parte el Vicario General comisionará cada año a dos
sacerdotes beneficiados para que lleven adelante la Parroquia de san
Nicolás.
Muy valiosa debería de ser la colaboración con el Magnánimo que éste no
para de proponer con mucho ardor e ilusión honores para Alfonso de Borja
y pedía constantemente la canonjía en Valencia y el arcedianato de
Xàtiva. Ser Arcediano (Ardiaca) de Xàtiva sí lo consiguió y figura en el
listado del arcedianato.
A inicios de 1419 renuncia a su cátedra en Lleida y se entrega
totalmente en la corte del rey. Y en 1420 es ya vicecanciller, debido a
la habilidad que siempre mostró en la resolución de los asuntos que se
le encomendaban.
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