En medio del vacío de noticias que rodea los primeros años de Alfonso de
Boja sorprende la pervivencia de una arraigada tradición popular,
expresada en diversas narraciones, donde se refiere cómo durante la
niñez o los años mozos del futuro Calixto III, éste tuvo un encuentro
con el famoso predicador y taumaturgo valenciano San Vicente Ferrer,
quien le predijo que alcanzaría el papado y, una vez instalado en el
solio pontificio, le canonizaría. Es una anécdota que narran todos los
biógrafos del santo y muchos de los del papa.
A primera vista la narración parece una leyenda hagiográfica, muy lejana
de la verdad, pero, por extraño que parezca el acontecimiento, si lo
analizamos con los métodos del saber histórico, constatamos que la
noticia es contemporánea del mismo Calixto y que se basa en su propio
testimonio, pues ya la refiere Eneas Silvio Piccolomini, que le
sucedería en el pontificado como Pío II, quien, tras narrar en sus
Commentarii la elección papal de Calixto, dice del primer papa Borja que
"ya varios años antes, vacante entonces la sede apostólica, predijo a
todos su asunción al pontificado y afirmo que él sería sin duda el
futuro pontífice, aunque nadie le creyó y todos pensaban que deliraba a
causa de su vejez. Pero su vaticinio fue verdadero, el cual decía que se
lo había hecho san Vicente, un compatriota suyo ya difunto, al que
canonizó".
La misma historia nos refiere el cronista dominico Pietro Ranzano -quien
se encontraba en Roma cuando fue elegido papa Calixto III- en su
opúsculo De vita et gestis Sancti Vincentii Ferrerii Confessoris,
escrito antes de 1463, quien narra cómo una vez que predicaba el santo
dominico en Valencia, estando presente entre la multitud el joven
Alfonso de Borja, se dirigió a él y le dijo: "Te felicito, hijo, pues
debes saber que serás máximo ornato de tu patria y de tu familia.
Obtendrás la mayor dignidad entre los mortales, ya mí, una vez difunto,
me colocarás en grandísima y altísima veneración. Mientras tanto,
procura perseverar en tus estudios". Confiando en este vaticinio el
anciano cardenal de Borja había revelado a sus íntimos que llegaría un
día en que presidiría la Iglesia Romana, y lo mismo aseguraba a la
muerte de cada papa, provocando la burla de quienes le oían, que tomaban
sus palabras por ridículos delirios de senectud. Mas cuando el vaticinio
se cumplió a la muerte de Nicolás V, le preguntaron inspirado por qué
numen u oráculo había predicho esto desde tanto tiempo antes y con tanta
constancia, a lo cual respondió el anciano pontífice narrando lo
anterior y asegurando que guardó siempre en su memoria estas palabras,
sin olvidarlas nunca. De modo que, una vez cumplido lo que le había
predicho de él, sólo quedaba cumplir lo que quedaba de la profecía,
canonizando al dominico.
La Cronaca di Anonimo Veronese, un texto contemporáneo de los hechos que
narra, también refiere este asunto e insiste en que el mismo Calixto lo
expuso en el consistorio, ante los cardenales: "El papa Calixto III,
nacido en Valencia, siendo de joven edad y estando en una predicación de
Vicente, fraile de Santo Domingo, nacido también él en Valencia, hizo
amistad con san Vicente, y, según refirió el mismo Calixto en el
consistorio, dijo que el tal Vicente, ya de edad avanzada, conversando
con [el futuro] Calixto III y con su madre, dijo estas palabras a
Calixto: Muchacho, hazte hombre de bien y vive en temor de Dios,
honestamente, que en tu vida serás exaltado por la unidad cristiana, y
en ese tiempo harás que mi nombre sea reverenciado y exaltado por los
cristianos. [...]
Cardenal
Afonso de Borja, futuro Calixto III.
Retablo de santa Ana o de Calixto III S.XV • Pere
Reixach
Museo de la Colegiata de Xàtiva
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Al fin creado papa dicho Calixto, acordándose de cuanto le había sido
anunciado en su juventud por Vicente, lo canonizó el primer año de su
pontificado, el día 29 de junio de 1455, el día de los santos Pedro y
Pablo”.
Que Calixto narraba esto es innegable, pues son muchos quienes afirman
haber escuchado esta profecía de labios del mismo papa, como San Juan de
Capistrano, en la carta que dirigió a Calixto III cuando supo su
elección papal, donde le recuerda que le reveló su convicición de que
sería el próximo papa en Fabriano, el día de la vigilia de Todos los
Santos; aunque el santo franciscano no dice nada de que esta seguridad
se basara en el vaticinio de San Vicente Ferrer, pues se refiere al
asunto con muchísima discreción. También Roberto Caraccioli de Licio,
obispo de Aquino, se hace eco de este tema, pues, -como nos dice el P.
Teixidor, que recoge la noticia-, lo predicó en su sermón de San Vicente
Ferrer, comentando: "Quiso también Dios adornar a San Vicente con el
espíritu profético, tal como afirmaba Calixto III, y como me contó su
misma santidad, le predijo a su madre que su hijo llegaría a ser papa".
Citemos, finalmente, el testimonio algo más tardío del cronista
Raffaelle Maffei, más conocido como el Volterrano, quien en sus 'Commentariorum
urbanorum' afirma que Calixto III fue elegido papa "por un vaticinio de
San Vincente [...] cuya amistad había cultivado en Valencia mientras
vivió".
Pues bien, estos datos de crónica se ven confirmados por un documento
que encontré en una visita al Archivio di Stato de Milán, donde, entre
la correspondencia diplomática del duque Francesco Sforza, . hay un
despacho de sus embajadores en la corte del primer papa Borja Bartolomeo
Visconti, obispo de Novara, y Nicodemo da Pontremoli, fechado el sábado
22 de mayo de 1455, en la postdata del cual le decían: "Avisamos a
Vuestra Señoría de una noticia de última hora: mañana nuestro señor el
papa procederá a la canonización del beato Vicente, en consistorio
público y de modo solemne, como se requiere en semejantes actos. Y a
esto se ha inclinado más Su Santidad que los predecesores suyos porque
le avisó que sería promocionado al papado y que mediante su persona en
esta sede él también sería honrado".
Texto original italiano:
"Per novella avisamo vostra signoria como domane se fará per il
nostro signore el papa la canonizatione del beato Vicentio, in
consistorio publico et solemnemente, como se rechede in simili acti. Et
a questo se hè inclinato più soa sanctitate che I'altri soi predecessori
perché da luy hebe aviso che'l sarebe promosso al papato et che mediante
la persona soa in questa sede ello sarebe etiam honorato".
El despacho de los embajadores milaneses no deja lugar a dudas: Calixto
III guardaba memoria de la profecía que le había dirigido el dominico
valenciano cuando era Alfonso de Boja y difundía su contenido, para
justificar con ello la canonización de su paisano. Por lo tanto, no
tenemos motivo alguno para dudar de la realidad de este vaticinio. Según
los testimonios más cercanos se trató de una profecía hecha a Alfonso de
Borja o a su madre, en la niñez o adolescencia de Boja durante una
predicación del santo dominico.
Posteriormente esta noticia, transmitida por los biógrafos de san
Vicente, comenzó a deformarse con el paso del tiempo y sufrió diversas
mutaciones, sobre todo en lo referente al lugar, tiempo y modo en que se
realizó, incurriendo a menudo en notables anacronismos, aunque
manteniendo siempre intacto lo esencial del contenido del suceso. Para
unos, como fray Vicente Justiniano Antist, fue un vaticinio dirigido a
un tío de Alfonso de Borja, en Valencia, cuando éste era niño y repetido
más adelante en otra ocasión al joven Alfonso. Para otros, como Flaminio,
se trata de un anuncio llevado a cabo por el santo directamente a
Alfonso en Valencia. Incluso hay quien afirma, como Viciana, que es al
padre de Alfonso, Domingo de Borja, a quien se dirige el vaticinio, en
su huerta de la Torreta de Canals. Algunos, sin embargo, como Sorió,
dicen, con poco fundamento, que la profecía tuvo lugar en Lérida, cuando
San Vicente predicó allí y nuestro Alfonso era estudiante de derecho. La
tradición popular habla más bien de una profecía realizada por el santo
dominico a la madre de Alfonso, en la Torre o en Xàtiva o en Valencia.
No voy a entrar en el estudio de estas opiniones que no hacen sino
iluminar con los vivos colores de la imaginación los escuetos datos
ofrecidos por los autores más cercanos a los hechos. Baste saber que
hubo una intervención de tipo profético por parte de San Vicente Ferrer
en la niñez o juventud de Alfonso de Boja, anunciándole su elevación a
la sede de Pedro, pues el mismo papa guardaba memoria de ello y algunos
afirman haberlo oído de sus mismos labios.
El documento del Archivio di Stato de Milán que publicamos confirma la
veracidad sustancial de estas afirmaciones:
Calixto, como atestiguan los embajadores milaneses, declaraba en público
que el dominico valenciano le hizo tal profecía y difundía su contenido,
justificando con ello la canonización de su ilustre paisano. Cumplida la
primera parte del vaticinio, es decir, su asunción al pontificado, no
quedaba sino canonizar al dominico, para honrarlo y enaltecerlo, tal
como había predicho. Y podemos decir que se sentía obligado a ello, pues
determinó hacerlo apenas un mes y medio después de haber sido elegido
papa, lo cual indica que tomó la determinación nada más acceder al solio
pontificio, dejando el tiempo mínimo indispensable para los preparativos
de la canonización.
Ahora bien, como es sabido, Calixto III no pudo llevar a cabo en el día
previsto la canonización de su ilustre paisano, a causa de la amplitud
del proceso, que hizo imposible la lectura completa de la relación del
mismo. De ello informaban también los oradores milaneses ya mencionados
en un despacho del lunes siguiente, 24 de mayo de 1455: "La declaración,
que escribimos debía hacerse ayer de la canonización de san Vicente, no
se ha hecho por haber sido demasiado larga la relación de su proceso;
pero se concluirá dicha relación la semana próxima, en el primer
consistorio, y se determinará el día en el que se hará dicha
canonización".
Finalmente la canonización se pronunció el día 29 de junio de 1455, si
bien el papa Borja no llegó a emitir la bula correspondiente, y lo haría
su sucesor, el papa Pío II.
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